
“Cuando iniciamos me decían loco’’, recuerda el productor.
En la comunidad de El Palmar, en el distrito de Pital de San Carlos, Zona Norte de Costa Rica, don Belicio Quesada Víquez y su esposa, Lidieth Quesada Salas, hace diez años decidieron incursionar en la producción de piña orgánica.
Actualmente, tienen cinco hectáreas de piña libre de sustancias químicas. 2,5 ha en su pequeña finca y las otras, en terrenos alquilados.
La vida de un productor orgánico no es nada fácil, asegura don Belicio, a quien los hermanos en un principio le decían que estaba loco.
“Allá por el 2008, se me perdió toda una siembra y luego de un análisis de suelo, se determinó que mi tierra ya había perdido la fertilidad. Mientras pasaba por una difícil situación, sin que estuviera programado me visitó don Fredy Ramírez, un funcionario del Instituto Nacional de Aprendizaje y me recomendó usar estiércol de gallina y caldolomita para recuperar el terreno. Acepté su recomendación y sembré yuca, me fue muy bien y a partir del 2010 inicié el proceso para ingresar al mundo de los productores orgánicos.,’’ explicó.
Durante los primeros tres años, don Belicio, con el apoyo de su esposa Lidieth, le permitieron a la tierra que se regenerara, la maleza creció, incorporaron toda esa materia orgánica al suelo y sembraron nuevamente piña.
A partir de entonces utilizaron biofertilizantes y biocontroladores, dejando de lado los productos tradicionales, sembraron barreras vivas alrededor de su finca y en el año 2016 lograron certificar la finca como productora de piña orgánica.
Esta familia pitaleña no tiene hijos y, por ello, se motivan uno al otro, aseguran que producir de forma orgánica es un cambio que requiere más apoyo.
‘Los productores orgánicos le servimos al ambiente, a los consumidores, a la salud, pero necesitamos que nuestras familias vivan bien, que se reconozca ese esfuerzo’’, expresa doña Lidieth.
Una de las primeras tareas es poder conseguir todos los biofertilizantes y los productos orgánicos para combatir las plagas, conocidos como biocontroladores, que además deben ser certificados para usarse en la producción de piña orgánica.
Así hoy, estos agricultores tienen seis años de garantizar a los consumidores de fruta fresca y, a las plantas, que las utilizan para jugos, un producto orgánico certificado.
Producir sus propios biofertilizantes
El 2012 inició para estos pequeños productores la tarea de producir sus propios insumos agrícolas, conseguir las materias primas y con la ayuda de funcionarios del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), ya están por certificarlos.
Actualmente, en su finca preparan las mezclas para elaborar el potasio, fósforo, calcio, zinc, hierro y magnesio, todo acompañado de los microorganismos que él mismo recoge y reproduce en un área de siete mil metros de montaña, que conserva en su finca.
‘‘Los turistas nos han ayudado’’
Su producción orgánica de piña es recompensada por las visitas de grupos de turistas extranjeros, quienes llegan hasta El Palmar para conocer sobre la siembra de esta fruta, recorrer sus campos, mientras don Belicio les cuenta su historia de vida, detalles del cultivo, o les pela una jugosa piña orgánica que ahí mismo degustan.
Estos tours comenzaron en el 2018 y, aunque no eran en grandes cantidades de visitantes, sí ayudaron a esta familia con el pago de algunas obligaciones y ha servido como motivación para ambos, ya que les permite llevar fuera de nuestras fronteras sus luchas y hacer conciencia de las ventajas de pagar un poco más por una piña orgánica, protegiendo la tierra y todo su entorno.