Biorreactores con astillas de madera para eliminar el nitrato del agua 

Existen ejemplos de biorreactores en Nueva Zelanda, que llevan funcionando de forma eficaz en los últimos 25 años, y, si bien esta tecnología no consigue que el nitrógeno se quede en el suelo bajo las piñas, donde se necesita, sí detiene de manera importante la fuga de nitrógeno de la explotación agrícola.

Un innovador proyecto de un biorreactor de desnitrificación en una explotación de piñas de la Sunshine Coast de Queensland Australia logra resultados medioambientales positivos no solo para este sector, sino también para la salud de las vías fluviales, con la esperanza de que agricultores del sector en el mundo puedan valorar la instalación de esta sencilla tecnología.

Se trata un sistema bastante sencillo, que se compone de una zanja con astillas de madera que no tarda muchos días en construirse y que se instala estratégicamente en el perímetro de las fincas, donde hay mucho movimiento de aguas subterráneas y grandes concentraciones de nitratos, para que el agua pase por esos biorreactores antes de llegar a los riachuelos o quebradas.

«Este proceso es una parte natural del ciclo del nitrógeno, que realizan las bacterias en el suelo de todo el mundo», explica Laura Christianson, profesora asistente en la Universidad de Illinois. 

«En un biorreactor, les damos a estas bacterias naturales alimentos extra -el carbono en las astillas de madera- para hacer su trabajo. Estas bacterias limpian el nitrato del agua», agrega. 

Debido a que son las bacterias las que hacen este proceso de limpieza al agua, se llama proceso biológico, de ahí el nombre biorreactor. Al darles comida extra (las astillas de madera tienen mucho más carbono que el suelo circundante), están «super alimentando» este proceso natural.

También, en un artículo de la revista  FreshPlaza, de una  finca australiana, se explica que el ensayo de implantación del biorreactor se completó este año en la explotación de piña de la empresa Sandy Creek Pineapple Company y fue financiado por el Departamento de Medio Ambiente y Ciencia (DES) del estado y forma parte del proyecto de Calidad del Agua del Sureste de Queensland (SEQ), gestionado a través de Growcom. 

Stephanie Cooper, una de las responsables del proyecto del DES, indica que es importante que el sector haya reconocido la necesidad de cambiar para mejorar los resultados medioambientales y garantizar la sostenibilidad.

Sam Pike, encargado de la finca de Sandy Creek Pineapple Company y presidente de Australian Pineapples, dice que se instalaron biorreactores de pared en el perímetro de la finca, situados estratégicamente donde hay mucho movimiento de agua subterránea y altas concentraciones de nitrato, lo que significa que el agua pasará por los biorreactores antes de llegar a las vías fluviales locales. 

Explica que la instalación solo costó un par de días y que se trata, básicamente, de una zanja con astillas de madera.

«El problema de la calidad del agua no va a desaparecer, va a estar siempre ahí», dice Pike. «Podemos esconder la cabeza bajo tierra y no hacer nada, y seguramente ese será el fin del sector porque tenemos que ser proactivos con lo que estamos haciendo en las fincas y comprender que estamos afectando al medio ambiente”. 

Si los informes científicos y de investigación indican que la escorrentía no es saludable para el medio ambiente, pero sigue ocurriendo, se aplicarán normas, que incluyen sanciones severas para el productor.

“Tras los últimos seis meses instalando el biorreactor y trabajando con el DES y el SEQ, he descubierto que es un proceso muy positivo para todo el sector; ahora tenemos algunas buenas relaciones. Me sorprendió un poco, no creía que fuera tan fácil. La tecnología ya existía y estábamos dispuestos a hacerlo a la escala adecuada y marcar la diferencia. Este es nuestro sector y no quiero que desaparezca. Animo a todo el mundo a ponerse manos a la obra y a empezar a hablar con la gente y a escucharla; he descubierto que los departamentos gubernamentales están más que dispuestos a ayudar», añadió Pike.

El objetivo científico del biorreactor es conseguir la desnitrificación

El Dr. Stuart Irvine-Brown, del Departamento de Agricultura y Pesca de Queensland (QDAF), explica que la explotación de Pike se basa en un proceso natural de ciclado del nitrógeno para transformar el nitrato de las aguas subterráneas en gas nitrógeno; se trata de un proceso natural que implica pocos gases de efecto invernadero. 

El biorreactor crea un hogar para las bacterias presentes de forma natural, y las astillas de madera proporcionan una fuente de alimento y convierten el nitrato del agua en gas nitrógeno normal.

«Hay tecnologías verdaderamente sencillas, como este biorreactor, que podemos instalar en el lugar adecuado en el momento adecuado para reducir la tasa de transferencia de nitrógeno de las regiones agrícolas al medio acuático circundante», señala el Dr. Irvine-Brown.

El experto agrega:

 «Las astillas hacen el mismo proceso que haría un humedal normal. Para que funcione, hay que instalarlas donde está el nitrato, así que hemos creado un perímetro alrededor de la explotación (Sandy Creek). La idea es descubrir dónde está el nitrato y poner ahí las astillas de madera para interceptar las aguas subterráneas e interactuar con ellas; así de sencillo. Cuanto más tiempo estén ahí, mejor será la tasa de eliminación. en un trabajo de hace unos años, descubrimos que el tiempo de residencia, o el tiempo que el agua pasa con las astillas, es importante para la cantidad de nitrato eliminado».

Las piñas necesitan nitrógeno para crecer, pero después de fenómenos como unas lluvias torrenciales, pueden producirse escorrentías en el suelo y el exceso de nitrato en las vías fluviales estimulan la aparición de algas, lo cual puede resultar tóxico para el medio ambiente en general y afectar al equilibrio de todo el ecosistema. 

El Dr. Irvine-Brown añade que, en el caso del biorreactor de Sandy Creek, una anchura de 30 centímetros basta para que el agua circule de forma pasiva, las bacterias tomen el nitrato y lo conviertan en gas nitrógeno.

Existen ejemplos de biorreactores en Nueva Zelanda, que llevan funcionando de forma eficaz en los últimos 25 años, y, si bien esta tecnología no consigue que el nitrógeno se quede en el suelo bajo las piñas, donde se necesita, sí detiene de manera importante la fuga de nitrógeno de la explotación agrícola.

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