Biomateriales a partir del rastrojo de piña en Costa Rica 

El país tiene un amplio potencial de desarrollo socioeconómico con la Bioeconomía Circular, especialmente en las regiones rurales. Ya existe una estrategia Nacional de Bioeconomía y se trabaja actualmente, en la Estrategia de Economía Circular. 

Así, se aprovechan los residuos de cosechas, conocidos popularmente como rastrojos y a nivel técnico, como biomasas residuales. 

Esta abundante biomasa, primordialmente en la Región Huetar Norte, con casi la mitad de la producción piñera del país y líder a nivel mundial en exportación de piña fresca, puede colocar a esta zona a la vanguardia de innovaciones, de la mano del sector productivo, la academia y cooperantes internacionales.

Como parte del programa de Bioinnovación, organizado por CINDE, el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) y el Tecnológico de Costa Rica, se promueve fortalecer las capacidades y competencias de personas emprendedoras, que cuentan con una idea o un proyecto en su etapa más inicial en el ámbito de los biomateriales o áreas afines.

Los biomateriales son una amplia gama de productos, ya sea biobasados (basados en naturaleza) para aplicaciones industriales, o bien, para aplicaciones biomédicas.

La MSc. Lilliana Rodríguez Barquero, académica de la UTN-Sede Regional de San Carlos, cursa este programa y como parte de su proyecto, desarrolla un biotextil, aprovechando los rastrojos de la piña y una mezcla de hongos y levaduras   beneficiosas.  

A diferencia de los materiales existentes, este nuevo material, 100% compostable, biocrece en pocos días y puede utilizarse en la agroindustria para sustituir etiquetas plastificadas, como reemplazo del cuero en la industria de la moda y se explora sus aplicaciones para membranas de uso biomédico, para coadyuvar en la cicatrización.

Este desarrollo está a nivel de prototipo, donde luego se pueden optimizar sus propiedades antimicrobianas y potenciar resultados con un estudio vigente   como proyecto con el Consejo Nacional de Rectores (CONARE), donde también participa la investigadora con colegas de la UCR, Lanotec-CENAT Y PoliUNA. 

Una de las ventajas de este material, en este protocolo desarrollado por la investigadora Sancarleña, es que se produce con insumos locales. 

Mediante las enzimas utilizadas del mismo rastrojo, se obtiene un material naturalmente blanqueado, sin requerir reactivos químicos peligrosos para el medioambiente o para las personas, representando un ahorro en su fabricación y potenciando su accesibilidad e industrialización en la Región Norte; los subproductos también tienen aplicaciones industriales.  

Para su uso final en seres humanos o animales, aún se requiere más investigación y desarrollo en colaboración con otras entidades especializadas. 

Lo importante es según la investigadora que ya en San Carlos y Sarapiquí está unida la empresa privada, la Academia que representa la Universidad Técnica Nacional UTN y muy importante gobierno amigos como Alemania por medio de la GIZ que aporta recursos para estos trabajos de investigación.

El siguiente paso será la transferencia del conocimiento a los productores, tanto en hongos ostra, como la producción de biomateriales, ya que es una cadena donde se van utilizando todos los productos posterior a la cosecha.

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